sábado, 21 de septiembre de 2024

Pensamientos XX

 -El mundo ocupa el vacío que deja la inacción.

-No hay mayor victoria que renacer sin haber fallecido.

-Vano es buscar libertades no alcanzadas en el interior.

-Sobre los vestigios de la tristeza se levantan puentes de vida.

-Virtuoso es el olvido que apresa la eternidad del recuerdo.

-El sendero se desvanece al vivir en un eterno final.

-El alma camina hacia la perfección elegida.

-El vértigo de la locura amarra a la orilla del horizonte.

-En ocasiones solo una mirada perdida puede hallar la respuesta.

-Plenitud es el sosiego de una luz acunada en la oscuridad.

martes, 3 de septiembre de 2024

La presencia



Había sido un día horrible, se había encontrado fatal durante toda la jornada, le estaba subiendo la fiebre y solo tenía ganas de acostarse. Para colmo, su marido se había ido de viaje por trabajo y estaba sola en casa.

Sin apenas cenar, tomó de golpe dos fuertes analgésicos, se metió en la cama y cerró los ojos esperando a que los medicamentos hicieran efecto y mitigaran el malestar. 

De pronto, despertó y creyó escuchar unos pasos que provenían del pasillo, pero aquello no era posible, no podía haber nadie. Se incorporó y agudizó el oído para asegurarse de que no se estaba confundiendo, sin embargo, oyó aún con mayor claridad como alguien se estaba aproximando a la habitación, se levantó y se quedó frente a la puerta del dormitorio, justo en ese momento la manija empezó a moverse.

—¡¡No!!... ¡¡Fuera de aquí!! ¡¡Fuera!! —gritó mientras cogía el tirador con ambas manos y bloqueaba la puerta con su propio cuerpo.

La manija dejó de moverse. Se mantuvo agarrada al tirador aún un par de minutos asegurándose que todo estaba en absoluto silencio. «Es por la fiebre. Ha sido una alucinación.» pensó tras recuperar la serenidad.

Respiró hondo y abrió la puerta del dormitorio con extrema cautela, la claridad de las luces de la calle que entraba por la ventana del despacho le permitió comprobar que allí no había nadie, en ese instante pensó en el móvil que había dejado encima del escritorio y avanzó sigilosamente. 

Al llegar a la altura del cuarto de baño, advirtió de reojo una presencia en su interior. Se quedó helada, giró la cabeza y observó una figura humana de pie frente a ella. La presencia alargó la mano en su dirección y su primer instinto fue echar a correr, pero una extraña sensación se lo impidió: aquella figura en la penumbra le resultaba muy familiar.

Atónita, musitó titubeante:

—¿Mm… mamá?

La presencia asintió con la cabeza.

—Pero estás muerta… Dios mío... tiene que ser un sueño.

Con la mano aún extendida hacia ella, la presencia manifestó con voz profunda y suave:

—Lo siento hija, he venido a acompañarte.

lunes, 2 de septiembre de 2024

Ojos pequeños



El aire exterior no puede entrar en la habitación, detrás de la sellada ventana dos pequeños ojos observan el cielo despejado; allá en las alejadas montañas del horizonte puede vislumbrarse un cierto brillo blanquecino causado por las primeras nieves, el sol es radiante y un suave viento acaricia las ramas de los árboles dándoles un movimiento rítmico, casi armónico. Delante de esos pequeños ojos, unos oscuros pájaros revolotean sin cesar frente a la ventana, mientras otros descansan posados sobre un tendido eléctrico, de vez en cuando, algunos de ellos se dejan caer en picado hacia el suelo.

Los pequeños ojos se dirigen hacia la puerta de la estancia en la que se encuentra, su mirada es triste y compungida. Esa insalvable puerta de acero les mantiene inexorablemente encerrados, aislados completamente del mundo. Ya no recuerdan cuánto tiempo hace que les metieron allí y desde entonces la puerta no ha vuelto a abrirse.

Ahora los pequeños ojos giran hacia la pared del fondo de la habitación, como si de alguna forma intentaran traspasarla, como si con la mirada pudieran ver y escuchar a través de ella, pero sólo se oye el vacío, todo está en silencio... hace ya días que no se oye gritar a nadie. Abatido, su vista cae hacia el suelo y como tantas otras veces, entre lagrimas secas, los ojos se hacen conscientes de su angustiosa soledad.

Al rato, los pequeños ojos vuelven a levantarse y se desplazan hacia el rincón derecho del cuarto, revisan el agua y la comida... dos días más y no quedará nada. Al lado de los víveres está situada la cama, no es más que un colchón viejo en el suelo y unas cuantas mantas. En el otro rincón de la habitación, en la parte más alejada, es donde están los restos de basura y sus propios residuos corporales.

Instintivamente los pequeños ojos se dirigen a la ventana, una ventana de ilusión dentro su desconsolada existencia, pues hay algo que desean ver y por esa razón vuelven una y otra vez a la ventana. Les encantaría poder observar a dónde van los oscuros pájaros cuando bajan al suelo y qué es lo que hacen allí. Los pequeños ojos se esfuerzan, pero la altura no les permite llegar al cristal para ver aquello que quisieran. Les gusta mucho mirar a esos pájaros, les gusta contemplar su vuelo, pero sobre todo les gusta poder sentir a otro ser vivo, y eso es lo único que tiene aparte de la ausencia, lo único que llena su vida.

El fulgor de una idea brilla en la retina de esos pequeños ojos y ya no existe otro objetivo para ellos que ese pensamiento; sin perder un momento, arrastran el colchón bajo la ventana y empiezan a acumular sobre él todo lo que encuentran en la habitación que les pueda ser de utilidad para elevar su posición.

Cuando los pequeños ojos han logrado realizar un pequeño montículo sobre el colchón, suben a él con avidez, deseosos de mirar, de percibir y sentir algo distinto. Ahora se encuentran en la cima, se ponen de puntillas y los pequeños ojos se estiran al máximo frente al cristal.

Al fin consiguen ver hacia dónde se dirigen los oscuros pájaros, y allí están, en el suelo, comiendo, picoteando sin parar y moviéndose nerviosamente a pequeños saltos entre decenas de cuerpos humanos sin vida.

domingo, 1 de septiembre de 2024

Realidad entre las sombras



Tras las sombras proyectadas por anciano árbol deshojado, un cuerpo se halla a salvo mientras su mente dormita. Se encuentra lejos del alcance de un hiriente resplandor que, con sutilidad mordaz, le pretende esclavizar.

Entre las ramas de ese árbol agrietado por la vejez, se entrevén los restos de un hondo destello que intenta hasta él llegar, que trata acaso de engullirlo y retornarlo a la profundidad de sus entrañas. El susurro de un sabio instinto le ruega reposo, a fin de proseguir con su ardua travesía.

Ahora, en este remanso de paz entre sombras, cuerpo y mente saborean la oscuridad, paladeando el silencio y el vacío, entonces, en el preciso instante en el que la misma nada gesta un renacer, le es posible sentir su esencia.

 En este lugar a cobijo del fulgor, al amparo del firme tronco por el tiempo maltratado, reposa quien salió una noche de la cueva, quien erró tarde y día, quien buscó sendero de regreso a la caverna, y quien volvió para encontrar entre las sombras realidad.


El efecto mariposa

Cris llevó sus ojos hacia la ventana de su despacho, admirando la panorámica que ofrecían las lejanas montañas en aquella tarde de primavera...