Deambulando de noche por una céntrica avenida, un enjuto caballero de mirada inquieta, enarcó sus prominentes cejas al observar a un estrafalario joven de aire bohemio, que se encontraba bajo la luz de una farola sentado sobre un reloj de cuco.
-Perdone usted… -dijo el caballero- …como lo de dar me parece un tanto abusivo por mi parte ¿Podría prestarme la hora, si es tan amable?
-Lo siento, pero no sé a que hora podré prestarme, estoy muy ocupado -Le respondió el joven bohemio.
-Si, ya he notado que la farola es algo celosa, pero dígale que no se preocupe, por mi parte podemos olvidar los besos, bastará con que usted me deje echar el ojo a las manecillas de las horas -apuntó el enjuto caballero.
-Las manecillas y las horas nunca han tenido ojos y tampoco creo que les guste que las echen de ningún lado. En cuanto a la farola, discúlpela, acaba de terminar su relación con el cuco y no se quieren ni ver -le contestó el joven.
-Ahí precisamente quería llegar. El cuco sí tiene ojos y si me los presta no hará falta que me deje las horas, tendré suficiente con mirarlos toda la noche… que escena más romántica ¿verdad?… si usted pusiera la mirada en la caja del cuco, quizá vería algo parecido a un reloj, no es que me interese el reloj, ni tampoco el cuco, sino la hora que hay en él… aunque pensándolo mejor, dejemos lo de la hora, !qué pesadez!… y usted insistiendo en que no me vaya sin saberla… En fin, vayamos al tema que me ha intrigado desde un principio: el sombrero de cazador de oso que lleva me encanta ¿Podría dejármelo para estas navidades pasadas?
-Ciertamente me gustaría dejarle antes de navidades, pero no llevo sombrero, lo que aquí ve es puro pelo con tercio -repuso el joven bohemio.
-!Caramba! !Qué contrariedad! Pensé que era usted calvo y que apenas tenía cabeza pero, claro, quedaba oculta por el sombrero... le recomiendo encarecidamente que no beba más alcohol, el sombrero se lo agradecerá -comentó el caballero.
-Perdone, pero aquí el único que bebe en cantidades ingentes es el cuco. Lo que ocurre es que ya casi no sale, por lo visto no le dejan deambular por la avenida en semejante estado, usted ya me entiende… –añadió el joven bohemio.
-Sí, ahora que lo dice, le vi hace dos semanas en un cabaret !Vergonzoso! con lo refinada y puritana que es la familia… no se lo merecen. Pero volviendo al tema de su magnífica bufanda: ¿Usted cree que al cuco le importaría decirme, grado más, grado menos, cuanto tiempo se tarda en llegar a la ópera desde aquí? -respondió el caballero.
-!Haberlo dicho antes! No me diga más, ahora mismo se lo pregunto -contestó el joven inclinándose hacia el reloj-. Pues mire, son las 20 horas, 42 minutos… y dos monedas por el servicio, si es usted tan amable.
El enjuto caballero miró al joven bohemio y luego manifestó:
-Me gustaba usted más cuando llevaba sombrero.
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