miércoles, 12 de marzo de 2025

Pensamientos XXI

 -El apocalipsis no es un tiempo, es una dirección.

-Un alma en paz transita presentes sin ansiar futuros.

-El conocimiento no implica la victoria, aunque muestra el camino.

-Un mundo de verdades absolutas vacía mentes, uno sin certezas, deshace almas.

-No existe realidad sin el vacío que la contiene.

-Una vida no logra su forja sin quebrarse a sí misma.

-El alma renace a cada silencio de comprensión.

-Islas invisibles se elevan a cada naufragio de palabras.

-Absurdo es ser mundo en un mundo que no quiere ser.

-Yerma es la existencia que no toma sus sombras.

jueves, 6 de marzo de 2025

Libro de peluche



Gateando por el comedor, la pequeña jugueteaba con su osito de peluche preferido, cogiéndolo y lanzándolo una y otra vez. Leyendo en el sofá, el padre levantaba con frecuencia la mirada del libro para observarla.

Al cabo de unos minutos la pequeña se acercó al sofá reclamando atención. Alzó su manita y emitió un sonoro grito de protesta.

-¿Qué te pasa? -preguntó el padre dejando el libro en el sofá y tomándola en brazos.

La respuesta fue otro quejido todavía más airado. En ese momento la madre entró por la puerta del salón

-A ver que es lo que le pasa a mi pequeña -dijo acercándose a ellos.

-No lo sé. No parece que haya que cambiarla.

-A ver, déjamela.

El padre le pasó la criatura quien, aún en brazos de la madre, seguía llorando a gritos.

-Pues tampoco creo que sea hambre, quizá no se encuentre bien.

La niña se removió con fuerza dirigiendo sus manos hacia abajo.

-Está bien, está bien, ya te suelto.

En cuanto la madre la dejó en el sofá, la pequeña enmudeció, llegó hasta el libro de su padre y se abrazó a él, luego cerró los ojos y cayó en un profundo sueño.


miércoles, 5 de marzo de 2025

La mancha



Alex se levantó por la mañana, fue al baño y se miró el torso en el espejo. Aquella maldita mancha rojiza seguía creciendo y ya ocupaba una parte del tórax.

Hacía una semana que le había aparecido un molesto sarpullido a la altura del esternón. Viendo que jornada a jornada se le iba extendiendo y aumentaban los picores, al tercer día decidió ir al médico de cabecera. El médico le indicó que probablemente era una alergia, le recetó un antihistamínico y le dijo que volviera al cabo de una semana.

Cuatro días después, ya no sentía tantas molestias, pero la mancha no había parado de crecer y su color rojizo era cada vez más oscuro.

Alex llamó a su mujer:

—Ruth, ven un momento.

Su mujer se acercó al baño y él le mostró la mancha.

—Esto no funciona. Creo que debería ir a urgencias —apuntó con preocupación.

—Sí. Será lo mejor.

Cuando por fin le atendieron en el hospital, le hicieron pasar a un box acompañado por su mujer. En cuestión de minutos fue examinado por una doctora, quien pidió unos análisis de sangre. Tras algo más de una hora, la doctora regresó.

—¿Saben ya lo que es? —preguntó Alex con inquietud.

—Sí, pero habrá que hacer otra prueba para confirmar el diagnóstico.

—¿Es grave? —preguntó la esposa.

—En absoluto. Es una reacción cutánea que acabará remitiendo. Ahora nos llevaremos a su marido para hacer esa última prueba y, si no hay novedad, le daremos el alta. Puede usted ir a la sala de espera.

Ruth sonrió ampliamente, le dio un beso a su marido y salió de la pequeña habitación. En cuanto ella se hubo marchado, la doctora aguardó unos segundos, miró a Alex con gesto grave y apuntó:

—No vamos a hacerle ninguna otra prueba… he de hablar con usted de una cosa.

—¿Me estoy muriendo? —preguntó asustado.

—No —respondió tajante la doctora—. Le puedo asegurar que no le pasa nada. Al contrario, Los análisis han salido perfectos.

—¿Entonces? ¿Qué demonios es esta mancha?

—La verdad es que no lo sabemos. Solo sabemos que ha sido inocuo para los afectados en todos los casos.

—¿Ha habido más casos como el mío?

—Veintisiete en los últimos diez días. Solo en este hospital.

—Madre mía... bueno, al menos no hace nada… ¿Pero qué pasa con la mancha? No me diga que va a seguir creciendo sin parar.

—No. Cuando la mancha ha ocupado el tórax por completo deja de expandirse y empieza desaparecer. En todos los afectados ha evolucionado igual

—Menos mal. Entonces ya puedo irme.

—Espere, aún no he terminado —declaró la doctora con aire serio—. Como le he dicho antes, el resto de casos han repetido la misma pauta y... —hizo una breve pausa y continuó—: en todos y cada uno de ellos, la pareja del afectado ha acabado falleciendo cuando la mancha ha llegado a su punto álgido.

Alex la miró estupefacto durante un instante y manifestó:

—No me lo creo… no... no puede ser.

La doctora tiró del cuello del jersey que llevaba bajo la bata blanca, mostrándole una mancha parecida a la suya, luego, con los ojos llorosos y voz queda, declaró:

—Se lo puedo asegurar.


El efecto mariposa

Cris llevó sus ojos hacia la ventana de su despacho, admirando la panorámica que ofrecían las lejanas montañas en aquella tarde de primavera...